domingo, diciembre 14, 2008



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El jueves 11 Musas Extraviadas empezó a andar camino. 
Lo recibieron con sonrisas y oídos atentos. Amigos todo ojos
y toda dicha se abrazaron a esta celebración de echar al aire
este conjunto de poemas que hace tiempo pedían papel y
estantes, mesitas de luz o viajes, pases de manos y carteras,
otros escritorios, otras vitrinas, caminar bajo otros brazos, 
nuevas compañías, nuevas bocas de decir, nuevos o renovados
ojos en que reflejarse, caminar, habitar, vivir. 





El libro empieza con sus primeros pasos. Gatea y de a poco
da un paso, otro y otro más Parece que va caminar y abre las 
manos como para alzarse en vuelo. Parece que va a saltar sobre 
una rayuela esquiva y se retrae ante tanta nueva luz que invita a 
mejores ceremonias y que sin embargo encandila. Tiene la piel 
nueva y empieza a acostumbrarse a las caricias. Tiene la boca 
grande como para decir una montaña de palabras y en ese impulso
pretende bailar entre almas como una serpentina loca. No sabe
hasta dónde lo llevará su envión de aeroplano ni en qué lugares
echará raíces. Pocas cosas sabe. Y una sola certeza lo acompaña:
la de saber que la poesía está viva, y que son muchos los que
viven por ella.
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