miércoles, noviembre 12, 2008

Se tenía a sí mismo como un mal escritor. Pero arrojaba con excelente puntería los bollos de papel garrapateados al cesto de basura. Tanto placer le daba encestar, que en su fantasía llegó hasta ser goleador de la NBA. Cuando se vio firmando el primer autógrafo, lo malogró de tal forma que, en su amargura, no tuvo más que hacer un bollo con el papel y arrojarlo bien lejos y sin importarle dónde cayera.